Los regímenes altamente inflacionarios y los picos hiperinflacionarios en Argentina comenzaron en 1976 con la última dictadura cívico militar. En aquel momento comenzó la era del gigantesco endeudamiento externo, la fuga de capitales en gran escala y la introducción y expansión de dólar en distintos espacios de la economía local.
La sociedad argentina tiene experimentado en carne propia lo que ocurre con salarios y jubilaciones ante devaluaciones significativas del peso respecto al dólar.
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Más de 600 economistas respaldaron la candidatura de Massa y rechazaron propuestas de Milei.
La hiperinflación del período 1989-1991 implicó una distribución del ingreso tan regresiva que generó las condiciones para que su solución fuera la principal preocupación de la sociedad. La propuesta en aquel entonces fue la convertibilidad,
por la que un peso equivaliera a un dólar. Para contar con menos presión sobre el tipo de cambio y minimizar los dólares necesarios para llevarla a cabo, se incautaron ahorros mediante el “Plan Bonex” y privatizaron empresas públicas, como YPF, para contar con mayor cantidad de dólares. Cuando ya no hubo empresas públicas que vender, se recurrió a más endeudamiento externo.
Otro instrumento del plan antinflacionario fue la apertura importadora indiscriminada, medida que derivó en cierre de empresas y comercios, mayor desempleo y pobreza. Así, el modelo implosionó en 2001 a partir del descontento generalizado de la mayor parte de la sociedad.
La salida no fue una dolarización, como planteaban algunos sectores, sino la recuperación de la moneda nacional y del crédito, con crecimiento, recomposición del salario y ordenamiento macroeconómico. Vinieron los años de crecimiento con Néstor y Cristina Kirchner, creación de empresas y puestos de trabajo, incremento de salarios y jubilaciones y un período de desendeudamiento, que luego fue revertido por Macri.
La limitación que genera la deuda externa con el FMI que dejó Macri ha condicionado mucho las posibilidades de crecimiento de la economía durante estos años.
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Somos conscientes de que aún no se pudo revertir la reducción del salario real de los años macristas, pero también de que la instauración del dólar como dinero de curso legal, como propone Milei, o la consolidación de una economía bimonetaria, implicaría previamente una megadevaluación que pulverizaría salarios y jubilaciones, para luego desindustrializar el país, expandir el desempleo y la pobreza.
Apoyamos un plan de desarrollo inclusivo, que permita la generación de empleo, una distribución del ingreso que otorgue oportunidades a todos y un nuevo acuerdo con el FMI consistente y sostenible, como Sergio Massa propone y comenzó a plasmar parcialmente en estos meses duros y de desestabilización.
El 19 de noviembre de 2023 están en juego dos modelos de país. El único camino posible en esta etapa para comenzar a solucionar los problemas de Argentina pasa por una amplia unidad nacional con Sergio Massa como presidente de la Nación.